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Hipoclorhidria

Hipoclorhidria
Dr. ISMAEL SAN MAURO MARTÍN (PhD) Doctor en Ciencias Biomédicas
DIETISTA-NUTRICIONISTA
Centros de Investigación en Nutrición y Salud (CINUSA Group)
Director de Clínica CINUSA



El estómago de los mamíferos secreta grandes cantidades de ácido clorhídrico (HCl) y pepsina, que tienen por objeto digerir los alimentos y ser una de las primeras barreras antibacterianas del tubo digestivo. La secreción ácida es el proceso final de una serie de mecanismos reguladores, que tienen su origen tanto en el sistema nervioso central (fase cefálica) como en el periférico (fases gástrica e intestinal) y ponen en marcha diferentes vías nerviosas y hormonales, dentro de un proceso común que en muchas ocasiones se solapa.
La hipoclorhidria se refiere a una deficiencia de HCl en el estómago. Esto resulta en una digestión deteriorada y una serie de otros efectos en el sistema gastrointestinal. La aclorhidria es una forma grave de hipoclorhidria donde hay completa ausencia de secreción de ácido en el estómago. Aproximadamente un tercio de las personas mayores de 60 años de edad tienen aclorhidria y un número mucho más elevado tienen hipoclorhidria.
 
La hipoclorhidria tiene efectos perjudiciales para la salud a largo plazo, incluyendo trastornos autoinmunes. El HCl juega un papel clave en muchos procesos fisiológicos; desencadena las hormonas intestinales; prepara ácido fólico y vitamina B12 para la absorción; y es esencial para la absorción de minerales, incluyendo calcio, magnesio, potasio, zinc y hierro. La falta o la supresión de HCl se ha asociado con el aumento de la osteoporosis; fracturas de hueso; y la alteración de la absorción de la vitamina B12, hierro y magnesio. El HCl también previene el sobrecrecimiento de patógenos en el tracto gastrointestinal superior, por lo que la hipoclorhidria puede ser un factor de riesgo para SIBO (Small Intestinal Bacterial Overgrowth). El HCl también es responsable de descomponer las proteínas en la dieta ayuda en la prevención de las alergias a los alimentos asociados con la digestión incompleta de proteínas.

Debido a que muchas personas sufren de anemia o déficit de hierro, Vitamina B12, problemas digestivos y osteoporosis, y actualmente la tendencia es a culpar al gluten con cierta “ligereza”, conviene descartar todas las posibilidades antes de retirar el gluten sin haber realizado las pruebas pertinentes de alergia a trigo y celiaquía.
También juega un papel en la secreción de la mucosa del epitelio intestinal, gracias al cual, el enterocito esta lubricado  alberga a la microbiota protectora. Al verse comprometida su síntesis, existe mayor riesgo de permeabilidad intestinal, provocado por agentes como el gluten, como ha sido descrito, y donde al estar presente esta mucosa, podría retrasar la aparición de la permeabilidad intestinal. 

Estos 2 puntos, resultan interesantes debido al incremento y el reto del diagnostico de la Sensibilidad a Gluten no celiaca o la intolerancia al gluten.
 
Las personas con aclorhidria (sin ácido en el estómago) o hipoclorhidria (acidez baja de estómago) pueden estar en riesgo de desarrollar ciertos tipos de deficiencias minerales. Ya que los minerales son importantes no sólo para la estructura del cuerpo (como en huesos y dientes), sino también para activar las enzimas (como la superóxido dismutasa) y hormonas (como la insulina), las deficiencias pueden conducir a problemas de salud.
 
Hoy en día, la principal causa de hiposecreción ácida es el tratamiento farmacológico, fundamentalmente con fármacos antisecretores (IBP y anti-H2 principalmente). Existen otras patologías asociadas a la hipoclorhidria. Destaca por su frecuencia la gastritis crónica atrófica. Asimismo, la reducción de la secreción gástrica se asocia a diferentes condiciones, como la propia ulcera gástrica, los pólipos gástricos y el cáncer gástrico, la hipocalcemia asociada al hipoparatiroidismo, la resección gástrica y la vagotomía.
 
Las consecuencias de la hiposecreción son especialmente la malabsorción de hierro y la proliferación anormal de bacterias en el intestino delgado.
 
La cantidad de ácido gástrico presente en el estómago va a condicionar el volumen de hierro y calcio absorbido. La falta de ácido clorhídrico interfiere en la absorción del hierro "no hemo", impidiendo que se haga soluble en los líquidos gástricos y duodenales y se absorba, lo que puede provocar la aparición de una anemia ferropénica. La absorción de calcio aumenta su absorción en presencia de un medio ácido. Por lo tanto, la deficiencia de ácido clorhídrico podría provocar una disminución en su absorción.
 
La hipoclorhidria puede dar lugar a la deficiencia de una proteína denominada "factor intrínseco de la mucosa gástrica". Este componente es indispensable para la formación del complejo vitamina B12-"factor intrínseco” que pasa al íleon, donde se une a los receptores de la mucosa para que la vitamina pueda absorberse y pasar a la sangre. Su deficiencia puede dar lugar a la aparición de anemia perniciosa.

 

Déficit enzimático

 Las enzimas son proteínas que se producen en los organismos vivos y que hacen posible que se lleven a cabo reacciones metabólicas. Existen diferentes tipos de enzimas: digestivas (permiten que el organismo absorba y aproveche los nutrientes que contienen los alimentos), metabólicas (contribuyen a la eliminación de toxinas y sustancias de desecho, además de ayudar al buen funcionamiento del sistema inmunológico) y dietéticas (ayudan a que tengan lugar diferentes procesos digestivos además de contribuir al correcto funcionamiento de otras enzimas), si bien el déficit de enzimas digestivas es el que más afecta tanto a la digestión como a la absorción y aprovechamiento de los nutrientes.
 
La deficiencia enzimática es la escasez congénita o transitoria de enzimas intestinales que dificultan la correcta digestión y absorción de los nutrientes. Al haber inflamación en el borde en cepillo de la mucosa y epitelio del enterocito hay menor síntesis de enzimas (entre ellas la Diaminoxidasa y la lactasa) apareciendo malabsorción de nutrientes. Además de incrementar la información local, pudiendo sesgar o desvirtuar el origen de una inflamación intestinal, tan relevante en el paciente con Síndrome de intestino irritable o posible intolerancia al gluten.
 
La falta o destrucción de enzimas puede deberse a la existencia de ciertas enfermedades, al propio proceso del envejecimiento o a afecciones digestivas que afectan principalmente al estómago y al intestino. Ciertos trastornos metabólicos genéticos, se cree que son los factores de riesgo para la deficiencia de las enzimas. La fenilcetonuria, la enfermedad de almacenamiento de glucógeno y diversos trastornos metabólicos hereditarios, podrían ser los responsables de causar la deficiencia de las enzimas digestivas. Las personas que padecen de insuficiencia pancreática son más propensas a sufrir la deficiencia de las enzimas llamadas lipasa y amilasa. La deficiencia de las enzimas digestivas, también podría estar asociada con el consumo excesivo de los alimentos procesados y a los malos hábitos alimenticios.
 
La digestión de los alimentos tiene lugar gracias a la acción de estas enzimas. Existen tres tipos de enzimas digestivas, las proteolíticas, necesarias para digerir las proteínas; las lipasas, para digerir las grasas; y las amilasas, necesarias para digerir los hidratos de carbono. La mayor parte se forman en el interior de células presentes en la boca, el estómago, el páncreas y el intestino delgado, es decir, a lo largo del tubo digestivo y en glándulas anejas. Las proteínas, hidratos de carbono y grasas, sin la presencia de enzimas, no pueden fraccionarse y dar lugar a sustancias más sencillas que puedan pasar al torrente sanguíneo para poder ser utilizadas por nuestras células. Además esto puede dar lugar a procesos de fermentación y putrefacción de los alimentos que han quedado parcialmente digeridos, lo que causa la aparición de distintos síntomas como dispepsia (digestiones difíciles), flatulencia o aerofagia (exceso de gases), problemas de la piel, astenia o fatiga, dolores musculares o articulares y reacciones alérgicas, entre otros.
 
La deficiencia de amilasa hace que uno sea más susceptible a la inflamación de la piel, a las erupciones cutáneas y las alergias. Si el cuerpo es deficiente en las enzimas de la proteasa, se podrían experimentar los cambios de humor, la irritabilidad o la ansiedad. La deficiencia de la lipasa podría hacer al sujeto susceptible al colesterol alto, a los triglicéridos altos, los espasmos musculares o el vértigo.
 
Ejemplos de deficiencia de enzimas digestivas son: 1) déficit de lactasa, la lactosa se acumula en el intestino y produce una diarrea acuosa y explosiva, dolor abdominal e hinchazón tras la ingesta de lácteos); 2) déficit de sacarasa-isomaltasa, los encargados de digerir dichos hidratos de carbono. Se produce diarrea acuosa, dolor e hinchazón abdominal; 3) déficit de enteroquinasa, encargada de la digestión de las proteínas. Su déficit provoca diarrea y escasa absorción de proteínas; esta situación puede desencadenar una desnutrición en el niño hipoproteica con pérdida de peso, proteínas bajas en la sangre y edemas.
 
Si es necesario se puede recurrir al empleo de suplementos de enzimas, siempre bajo la supervisión de un especialista.

 

Referencias

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